Estaba el otro día charlando con algún colega, ya sabes, estos días con lo de Cataluña y tal. Empezaron las exposiciones de como iban a «controlar a un país», que en este momento está por romper su relación con el resto y, como no, que otra vez salió a la luz el recurrente tema de la privacidad.
Porque si van a espiar a todos los catalanes, tendrán que tener un control sobre sus comunicaciones y no se entendería sin una orden judicial.
Fue en esta parte de la conversación cuando llegó el tema de los «registros digitales», esto es toda la actividad que los ISP, operadores de telefonía, etc, guardan en sus bases de datos de clientes. A quien llamaste, a que hora, etc.
El caso es que tenía ante mí el claro ejemplo de alguien que había aceptado en pro «del bien común» que se llevasen a cabo ese registro de toda actividad telemática.
Intenté sacarle de su error haciéndole ver que su manera de enfocar las cosas no respeta unos mínimos de derechos humanos en cuanto a privacidad y que además estaba dando paso a la censura proactiva y al «precrimen».
No creáis que fue sencillo exponer que su postura no hacía bien a nadie. Si acaso al gobierno de turno.
Una vez y otra recurría al mismo argumento: – Si es que no hay control, entonces todo el mundo podría insultar a todo el mundo y amenazar. La conocida falacia del bien común, donde un «pequeño mal» se comente para evitar un «mal mayor» en pro del «bien común».
Este pensamiento «buenista», o creer que por ser bueno para los demás debe ser impuesto, es peligroso. Demuestra que inconscientemente hay gente ya ha aceptado ese Gran Hermano que tanto tememos, como una consecuencia directa de nuestro uso de la tecnología y además necesario.
La gente, aunque educada en estos temas, ha perdido la esperanza y como alguien dijo en el Hackmeeting «Yo ya se que la batalla de los móviles esta perdida». Pero es que si adoptamos esta actitud perdedora y de «pensamiento mágico», donde está todo perdido como «por arte de magia», vamos camino de ser unos necios más.
Se puede parar esto. Pero solo con educación se puede conseguir eliminar ese pensamiento mágico.
Por suerte, todavía hay gente que vela por nuestros derechos individuales, pero son noticias que a los españoles nos pasan desapercibidas, que digo desconocidas y que realmente afectan a nuestra vida y privacidad. Otra cosa es el eco en los medios, que salga a debate público y que la gente tenga conciencia y se dejen de pensamientos necios e insensatos.